lunes, 28 de junio de 2010

EN EL FONDO CONGELADO DEL INGARÖ


Según la agencia Reuters, el 15 de junio de 2008 falleció, a los 44 años, el pianista Esbjörn Svensson. El músico sueco, que dio nombre al grupo E.S.T. (Esbjörn Svensson Trio), murió debido a un accidente mientras practicaba el buceo en un lago de la isla de Ingarö, a las afueras de Estocolmo.

He buscado el lago en google maps. Puedo acercarme hasta percibir el relieve de sus orillas, la oscuridad azul de su superficie. Ingarö es a la vez un lago y la isla que le da nombre. Tiene forma de trébol y muy cerca las montañas están cubiertas de nieve. Extraña forma de buceo, en las gélidas aguas del Ingarö, donde sólo puedo imaginar peces de hielo, témpanos a la deriva, algas escarchadas.

Buceaba con un grupo de amigos. Por un momento desapareció de la vista de todos. Lo encontraron tendido en el fondo acristalado del lago, inmóvil. Los intentos de reanimarlo fueron inútiles. Los labios morados, las esquirlas de hielo que se formaban en sus cejas, comenzaron a dar forma a la impensable y delicada muerte de Esbjörn.

Lo trasladaron en helicóptero al hospital universitario Karolinska de Estocolmo, según informó el diario Dagens Nyheter. La policía sueca abrió una investigación para averiguar las causas de la muerte. Hasta la fecha no se han encontrado indicios de criminalidad. Le sobreviven mujer y dos hijos.

En estos tiempos se habla mucho (quizás demasiado, a tenor de sus cuestionables méritos) de la novela negra escandinava. Pero hace ya décadas que el jazz europeo vino del frío. Desde la presunta austeridad, la trasparencia y la gelidez atmosférica de la música nórdica. El sello ECM (de hermosas portadas) apadrinó a muchos de estos músicos, a veces tachados injustamente acusados de hacer música cool para lounge parties. Garbarek, Rypdal, Wesseltoft, Wallumrod son algunos ejemplos.

El Esbjörn Svensson Trio se formó en 1993. Durante su trayectoria han jugado a ser una banda de pop que hace jazz, o un trío de jazz que hace música difícilmente clasificable, en las lindes del rock. Amados y detestados por la misma causa. En todo caso "Winter in Venice" (1997) o “EST plays Monk” (1996) son dos discos de jazz perdurables. Un reciente directo grabado en Hamburgo, impecable y seductor. Svensson podía ser un musculoso y arrebatado pianista, enorme improvisador, así como un sutil intérprete de melodías o pasajes rítmicos. Su música, congelada en el tiempo, respira vitalidad y energía e invita a sumergirse en sus trasparentes aguas.

jueves, 17 de junio de 2010

LEE MORGAN: MUERTE EN SLUGH`S





El último sólo de Lee Morgan se apaga en una nota afilada y vibratil. Suave aroma a blues y a funk. Retrocede unos pasos, con la cabeza gacha, el pelo cortado a cero envuelto en una ligera nube de vapor. Aplausos y ruido de cristales. Esta noche, el calor en el Slugh`s es sofocante.
"The sidewinder": ha interpretado este tema un millón de veces, una secuencia de acordes que le persigue como una brillante pesadilla desde 1963, nueve años atras: su jazz hit para el sello Blue Note. Nada ha vuelto a ser igual desde entonces. Lo mejor y lo peor de su carrera musical, el éxito al que cualquier otra de sus composiciones se compara y no supera.
Saca un pañuelo de su pulcra americana negra y se enguaja el sudor de la cara. El piano recorre escalas de blues en stacatto. Frota la boquilla de la trompeta mientras pasea la lengua por el interior de sus labios agrietados.
Lee no ha cumplido aun 34 años y ya es considerado la máxima trompeta del hard bop, el nuevo Clifford Brown de Manhattan. Ha tocado con Art Blakey, con Dizzy, los mejores. Sus canciones se han escuchado en todas las emisoras de jazz de New York, con las intermitencias dictadas por la heroína, las rupturas afectivas, los bajones compositivos.
El humo crea una masa compacta a la altura de sus irritados ojos. Espera no volver a ver en mucho tiempo a la zorra de Helen. Le ha jodido la noche con su numerito de celos en la barra del local. El bourbon le ha tranquilizado, forrando de terciopelo sus venas.
Una mujer se acerca por un lado del escenario.
Lee procura atender la inprovisación del pianista; la mano derecha parece débil, como la mandíbula quebradiza de un viejo boxeador.
Una sombra entre el humo. El rostro oscuro y encerado , como una máscara primitiva, le resulta vagamente familiar. Por un momento cree reconocer el gesto crispado de la mujer, pero ya es demasiado tarde. En su mano derecha porta un revolver brillante como los pistones de una corneta.

Lee da un paso adelante, arrancan los compases con los que el quinteto cerrará el tema. Se lleva la boquilla a los labios sin apartar los ojos del cañón de la pistola. La música desaparece.
Una única nota del calibre 32 le ha atravesado las cavidades del corazón, una única nota precisa y densa como el plomo.



LEE MORGAN. Trompeta. Filadelfia 1938 - Nueva York 1972