Según la agencia Reuters, el 15 de junio de 2008 falleció, a los 44 años, el pianista Esbjörn Svensson. El músico sueco, que dio nombre al grupo E.S.T. (Esbjörn Svensson Trio), murió debido a un accidente mientras practicaba el buceo en un lago de la isla de Ingarö, a las afueras de Estocolmo.
He buscado el lago en google maps. Puedo acercarme hasta percibir el relieve de sus orillas, la oscuridad azul de su superficie. Ingarö es a la vez un lago y la isla que le da nombre. Tiene forma de trébol y muy cerca las montañas están cubiertas de nieve. Extraña forma de buceo, en las gélidas aguas del Ingarö, donde sólo puedo imaginar peces de hielo, témpanos a la deriva, algas escarchadas.
Buceaba con un grupo de amigos. Por un momento desapareció de la vista de todos. Lo encontraron tendido en el fondo acristalado del lago, inmóvil. Los intentos de reanimarlo fueron inútiles. Los labios morados, las esquirlas de hielo que se formaban en sus cejas, comenzaron a dar forma a la impensable y delicada muerte de Esbjörn.
Lo trasladaron en helicóptero al hospital universitario Karolinska de Estocolmo, según informó el diario Dagens Nyheter. La policía sueca abrió una investigación para averiguar las causas de la muerte. Hasta la fecha no se han encontrado indicios de criminalidad. Le sobreviven mujer y dos hijos.
En estos tiempos se habla mucho (quizás demasiado, a tenor de sus cuestionables méritos) de la novela negra escandinava. Pero hace ya décadas que el jazz europeo vino del frío. Desde la presunta austeridad, la trasparencia y la gelidez atmosférica de la música nórdica. El sello ECM (de hermosas portadas) apadrinó a muchos de estos músicos, a veces tachados injustamente acusados de hacer música cool para lounge parties. Garbarek, Rypdal, Wesseltoft, Wallumrod son algunos ejemplos.
El Esbjörn Svensson Trio se formó en 1993. Durante su trayectoria han jugado a ser una banda de pop que hace jazz, o un trío de jazz que hace música difícilmente clasificable, en las lindes del rock. Amados y detestados por la misma causa. En todo caso "Winter in Venice" (1997) o “EST plays Monk” (1996) son dos discos de jazz perdurables. Un reciente directo grabado en Hamburgo, impecable y seductor. Svensson podía ser un musculoso y arrebatado pianista, enorme improvisador, así como un sutil intérprete de melodías o pasajes rítmicos. Su música, congelada en el tiempo, respira vitalidad y energía e invita a sumergirse en sus trasparentes aguas.